lunes, 12 de diciembre de 2016

Última parada, MÓNACO

Todo lo bueno se acaba. Por suerte, a veces hay algún as bajo la manga escondido, como me pasó a mi. De camino a casa y antes de dejar atrás todos los maravillosos lugares italianos que visitamos, pudimos pasar por la lujosa ciudad-estado de Mónaco. 
Las vistas no pueden menos que calificarse como magníficas. Para entrar en Mónaco es necesario bajar una gran cuesta con muchas curvas. En lo más alto de ésta hay un pequeño mirador en el que se puede admirar la  silueta perfecta de la ciudad. Las vistan eran tan bonitas que mi familia y yo perdimos la noción del tiempo y aún no se cuantos minutos pasamos disfrutando del paisaje sin hacer nada más que exclamar: "Es precioso".


Al llegar al centro del principado, nos dirigimos directamente a visitar el famoso casino de Montecarlo. Un vez en la puerta del casino, al mirar a mi al rededor me di cuenta de que lo que veía se asemejaba mucho a las imágenes que había visto en películas e imágenes de Hollywood, todo lujo, rodeado de montañas, sólo coches de alta gama... Era como subir de categoría de pronto a primera clase, claro que solo por unos minutos. 

Pasar a la sala principal es gratis, no así para entrar al propio casino. Sin embargo, solo viendo la sala principal tan amplia y elegantemente decorada cualquiera puede darse cuenta del glamour que desprende el lugar y su gente. 



Al salir de Montecarlo decidimos que rodearíamos el edificio y nos dedicaríamos a pasear siguiendo la costa. Lo único que veíamos eran casas enormes con piscinas gigantes, hoteles exquisitos y yates de lujo por todas partes. Pronto llegamos al helipuerto que con sus vivos colores decora muy bien el panorama. Son muchos los vuelos que salen y llegan al sonado helipuerto de Mónaco, que según dicen es un barómetro de la prosperidad del principado.


Un poco más adelante se encontraba el último sitio que visitamos: el puerto. Como cabe esperar, estaba repleto de yates y sitios de relax que presumían de ser de lo más ostentosos. Los dueños, debían ser empresarios ricos o magnates que podían permitirse todo tipo de caprichos y una vida como poco opulenta. Debo confesar que no pude evitar imaginarme pasando unas horas en una de esas tumbonas, disfrutando de un buen libro y una copa de champán.


Debo recalcar por otra parte, que paseando en coche por algunas de las calles se puede ver por dónde pasa el circuito de la carrera de Fórmula 1 que se celebra anualmente bajo el nombre de Gran Premio de Mónaco, donde todo son curvas cerradas y rectas cortas.

Visto todo esto, solo puedo decir que justo cuando pensaba que las vacaciones se habían acabado, me encontré con esta perla. No es que la riqueza y el glamour lo hagan un sitio especial, sino que el paisaje y la geografía te llaman a contemplarlo y a disfrutarlo. Un cierre perfecto para las vacaciones más bonitas que he pasado, para el viaje de mi vida.

domingo, 11 de diciembre de 2016

Bella ROMA

Definitivamente, Roma no es una ciudad que puedas visitar en un día o dos. En realidad, creo que por mucho tiempo que pases de vacaciones allí siempre te quedarás con la sensación de haberla visto a medias. Y es que son tantas las cosas y los lugares que ver...


Podría empezar hablando de cualquiera de los bellos sitios por los que pude pasar, aunque creo que personalmente cada calle me parecía igual o más bella que la anterior. Comenzaré, entonces con lo que más me gusto no solo de Roma sino de todas mis vacaciones en Italia: La Fontana de Trevi. Desde la primera vez que la vi, en alguna película, siempre me ha llamado la atención lo romántica y bonita que parecía. Pues bien, cuando por fin pude verla en persona, comprobé que no era ni la mitad de impresionante ni bonita de lo que luce en las fotos o vídeos.


Es una fuente tan grande metida en una plaza tan pequeña, que ya de primeras impacta a la vista. Los detalles tan elaborados que se pueden observar, son el claro reflejo de un trabajo bien hecho que a nadie deja indiferente. A pesar de haber tanta gente, el flujo de personas es constante y el movimiento no cesa ni al caer la noche. Es más, a mucha gente le atrae la idea de ver la esplendorosa fuente de noche, como es comprensible, por la romántica y bonita iluminación que posee en la oscuridad. Verdaderamente, de todos los sitios que tuve la suerte de visitar, me quedo -casi- sin ninguna duda con la preciosa Fontana de Trevi.


Por mucho que me hubiera gustado contemplar esa fuente todo el día, hay miles de cosas más que ver en la capital de Italia. Por ejemplo, el Vaticano, que aunque no esta dentro de Roma, es una visita obligada al pasar por allí. El lujo y la cantidad de oro que pudimos ver creo que no era cuantificable. Eran muchos las obras de arte, los detalles y los adornos que decoraban el interior de este microestado, pero eso es algo que todo el mundo sabe. La Piedad de Miguel Ángel, situada a la entrada de la basílica, es lo que más me gustó ver pues para mi gusto es una escultura que refleja sentimiento y talento. Por otra parte, la plaza de San Pedro con tantos fieles y turistas es algo bonito de ver, al igual que la seriedad de la elegante Guardia Suiza.


Por supuesto, el Coliseo romano no puede pasar desapercibido en cuanto al turismo de esta cuidad. Andar por un calle moderna en la que tan pronto te encuentras con un bar gay como con una trattoria italiana, y de pronto ver un gran Coliseo de la Antigua Roma y al lado el Foro Romano en donde se hacía toda la vida en aquellos tiempos, es como andar a caballo entre dos épocas del todo diferentes y casi opuestas. El ambiente que se respira es tan especial que es casi como si respirases la historia de un gran imperio y de una sabia civilización. Si te gusta la arquitectura el Coliseo es una edificación que seguramente de encantará, como le pasó a mi abuelo quien se pasó todo el día pensando como en esa época pudieron construir algo "tan perfectamente redondo".




El castillo de Sant'Angelo, la plaza España, el Panteón de Agripa... Son tantas las cosas que me quedaron por ver allí que un juramento hecho a misma me obligará en algún momento de mi vida a instalarme en esta maravillosa ciudad un tiempo. ¡Qué más quisiera yo! Yo confío en que está en mi destino encontrarme recorriendo esas calles de nuevo en un futuro y disfrutando del mundo romano sin limitaciones ni horarios. Claro que no lo digo sin ninguna garantía, la moneda que tiré a mi querida Fontana de Trevi me tiene asegurada la vuelta a la bella, bellísima, Roma.


viernes, 9 de diciembre de 2016

La torre inclinada de PISA



El mismo día que visitamos Florencia también pasamos un par de horas en la cuna de Galileo Galilei: Pisa. No hacen falta muchas más para ver a conciencia el lugar, pues, después de la sesión típica de fotos con la torre inclinada de Pisa, no hay mucho más que ver. No obstante, yo no me arrepiento de haber pasado un rato allí pues esa plaza es bonita la mires desde el ángulo que la mires.


Nosotros llegamos por un lateral de la plaza, de modo que lo primero que vimos fue la torre inclinada en todo su esplendor. Emocionados, empezamos todos a tomar fotos, algunas con la típica postura en la que se "sujeta" la torre, al igual que los cientos de turistas que repetían la tradición a nuestro al rededor. Sin embargo, tanto ellos como nosotros nos topamos con un problema enorme y es que lo que parecía una plaga de insectos voladores nos empezó a morder por todas partes. Nos fuimos apartando hasta llegar casi a lo arcos de entrada de la piazza donde por fin dejamos atrás esos horrorosos bichos y pudimos andar con tranquilidad, aunque ya nos habíamos llevado varias picaduras de recuerdo. Dimos la vuelta a todo el lugar y por suerte esos animales no volvieron a aparecer. A pesar de que desde el que probablemente era el mejor ángulo no se pudimos tomar fotos, sacamos otras muchas desde sitios más tranquilos que también quedaron muy bien.


La famosa torre inclinada, a pesar de que hay gente que cree que se construyó así, se ha ido ladeando a lo largo de los años debido al terreno de la ciudad. De hecho, no es la única construcción inclinada por los al rededores, hay otras como el campanario de San Nicola o el Palacio de Toscanini, que también se han ido descompensando por la naturaleza pantanosa del suelo de Pisa.
Aparte de la más que reconocida torre, se encuentran en la misma Piazza de Miracoli  el Baptisterio y el Duomo. Las tres edificaciones, en conjunto, hacen una mezcla digna de admirar de lo que llaman el estilo románico pisano, y hay que decir que, sea de donde sea que saques una foto, lo más probable es que sea asombrosa.



Fuera de la piazza nos topamos con lo que parecía ser un mercadillo en el que nos entretuvimos un buen rato porque había muchas cosas con las que curiosear. Allí fue donde compramos todos nuestros recuerdos de Pisa que no fueron pocos porque eran muchos los recuerdos bonitos entre los que elegir. Hace un par de años, visité el mismo lugar con mis padres y también los mismos puestos de souvenirs, desde entonces, la torre de Pisa en miniatura tan mona que compramos no puede faltar en nuestro salón como uno de los recuerdos estrella.



miércoles, 7 de diciembre de 2016

VENECIA pasada por agua

Venecia es simplemente precioso. Yo ya había estado ahí en una ocasión anterior en la que pude apreciar esta ciudad en todo su esplendor. Desgraciadamente, esta vez la intensísima lluvia nos dificultó verla con tranquilidad. Tuvimos que comprar chubasqueros y paraguas para los cinco porque aquel -casi- diluvio no nos daba ni siquiera una pequeña tregua. Sin embargo, aún cuando acabamos empapados, puedo decir que Venecia desprende encanto y romanticismo.


La plaza San Marcos fue lo primero que vimos al terminar nuestro largo viaje en el vaporetto (demasiado caro debo decir). Lo primero que me llamó la atención fue la amplitud de la plaza pues por muy lleno de turistas que se encuentre puedes moverte con relativa facilidad en comparación a otros sitios turísticos. La gran cantidad de palomas y su costumbre de andar entre miles de turistas al día, es uno de los atractivos más divertidos de la plaza y, aunque esta vez no pude verlas debido a que la lluvia no les permitía estar al aire libre, la ocasión anterior pude apreciarlas, darles de comer y algunas incluso se me posaron en los hombros y brazos.



Lo mejor que se puede hacer en Venecia, en mi opinión, es simplemente perderse entre las callejuelas e ir curioseando los pequeños comercios. Todas y cada una de ellas tienen algo especial, y ver el agua corriendo entre calle y calle es irrepetible y único. 
Las máscaras venecianas tan típicas, decoran la mayoría de las tiendas del lugar. Los precios varían mucho dependiendo del tamaño, el material y el sitio en el que se quiera comprar pero las buenas rondan los 80€. Hablando de precios, el de los paseos en góndola es también impactante ya que ninguno baja de 85€ y puede llegar a ser de 120€. Yo, por cuestiones económicas, claro está, no pude disfrutar de un paseo en este famoso medio de transporte veneciano, pero se ven pasar las góndolas a todas horas y por todas partes, y la verdad es que es un lujo.




En general, creo que nadie que haya estado allí puede decir que Venecia es una ciudad fea, todo lo contrario. La única pega que se le puede sacar es que es bastante cara, menos mal que yendo desde Donosti es un poco más fácil de asimilar porque los precios altos es algo a lo que estamos, por desgracia, acostumbrados. Lo que puedo recomendar es que si tenéis pensado ir, mirad el tiempo antes, porque ver Venecia con lluvia vale la pena, pero con sol y calor de verano es perfecto!


domingo, 27 de noviembre de 2016

La ciudad del arte, FLORENCIA


Florencia es uno de los destinos que más me impactó de Italia. Creo que es uno de esos lugares con magia propia, un ambiente especial de inspiración que ninguna foto ni ningún artículo o información podrá jamás transmitir.



La piazza del Duomo, es la más característica de la ciudad, nadie puede irse de Florencia sin primero haberse quedado sin palabras ante esa obra arquitectónica que es la Catedral de Santa Maria del Fiore. Fue construída en el Renacimiento por varios arquitectos, entre ellos el diseñador de la impresionante cúpula, el famoso Filippo Brunelleschi. La altura, definitivamente, es algo que no te esperas cuando ves fotografías de la plaza. Solo cuando llegas te das cuenta de que sacar una foto en la que se vea todo el edificio es casi misión imposible.



Son tres las edificaciones que se encuentran en la plaza, una es la catedral antes mencionada, la otra es la torre del Campanil, y la última es el Baptisterio de San Juan. Todas sus fachadas son realmente llamativas, dan mucha vida y un toque muy especial al sitio, al no ser las típicas de colores neutros y oscuros que no te inspiran nada más que aburrimiento y sobriedad.


Eso sí, el interior poco tiene que ver con lo que se ve por fuera. La oscuridad domina en un espacio demasiado amplio y demasiado vacío al que, además, es imposible entrar con pantalones por encima de la rodilla y/o los hombros descubiertos, se debe pagar un precio de unos 2 euros por una tela con un agujero en medio para meter la cabeza que, si eres un poco alto, no te llegara ni a cubrir la rodilla pero ya se sabe, habiendo pagado...


Por otra parte, está el bellísimo Ponte Vecchio, o el "puente del oro" llamado así porque esta enteramente ocupado por joyerías. Atraviesa el rio Arno y su nombre es mundialmente conocido. Para mi, que me gusta sacar fotos, es un sitio precioso para retratar, pues mires donde mires hay un fondo espectacular.



Estas son las maravillosas vistas que se alcanzan a ver desde el puente. Debo confirmar que la foto la saqué yo con el movil, y es que a pesar de no saber nada de fotografía, la ciudad en si se presta a ser una modelo perfecta que destaca por si sola. Ahora os presento por fin a mi familia, nada mejor que este fondo para introducirla!





Como ninguna experiencia puede ser del todo perfecta, siempre hay algo menos bueno que comentar. Lo único que debo advertir sobre este sitio (que en realidad es uno de mis favoritos) es que nunca tomeis un helado ahí sin preguntar antes cuánto cuesta, a no ser que no os importe derrochar el dinero porque, por muy buenos que estén (porque de verdad que lo estaban) y por muy grandes que sean, los 30 euros que tuvimos que pagar por 3 helados (porque en un descuido nos olvidamos de pregutar el precio con antelación) nos parecieron un precio exagerado.

Entre el puente y la catedral de los que he hablado, se encuentra la Piazza de la Signoria, el sitio con más vida de la ciudad. Repleta de arte, esta plaza en forma de "L", nos muestra el gran talento de los escultores italianos de la época del Renacimiento.

Una de las copias del David de Miguel Ángel, (la escultura original se encuentra en la Galería Ufizzi, también en Florencia) adorna la entrada del Palazzo Vecchio, el edificio mas característico de la plaza.
El tesoro artístico de la ciudad se concentra aquí y la fuente de Neptuno, el Rapto de las Sabinas, Perseo con la cabeza de Medusa, la estatua ecuestre de Cosme y muchas más esculturas, se encuentran reunidas allí para hacerlo patente. Cabe destacar que, aunque yo no tuve la oportunidad de comprobarlo, dicen que por las noches es cuando mejor se puede apreciar la plaza y cuando más vida tiene.




Todo lo contado sobre esta ciudad, no se acerca ni un poco a la grandeza que realmente posee. Resulta imposible explicar el sentimiento y la cultura que transmiten sus calles, así como enumerar todos los sitios que uno no debería pederse en una visita a este lugar. Podría tratar de seguir explicando con palabras las sensaciones que provocan estos sitios, pero como he dicho, Florencia es una ciudad que solo se descubre estando allí...

sábado, 19 de noviembre de 2016

Primero pasamos por Francia...

Antes de llegar a la Bella Italia en nuestro viaje en coche, tuvimos que pasar -lógicamente- por la costa sur de Francia.

Desviamos un poco nuestro rumbo al principio para visitar Auch, un pueblito francés al que llaman “la tierra de los mosqueteros”, del que habíamos visto fotos con muy bonitos paisajes por internet en una búsqueda previa. El motivo de su peculiar apodo se debe a que fue en esta ciudad de 22800 habitantes, en donde nació en 1610 el capitán de los famosos mosqueteros: D’Artagnan. Una estatua suya decora uno de los principales atractivos de Auch, la escalera monumental que consta de 370 escalones divididos en niveles, cada uno con peculiares fuentes, y, aunque actualmente está en obras, ofrece unas magníficas vistas a la parte baja de la ciudad.




Debo decir, que no tenía muchas expectativas sobre el sitio, puesto que nunca habÍa odio hablar de él, sin embargo, quedé maravillada con su pintoresca belleza y, sobre todo, sus vistas al río Gers. Hoy en día, se que me encantaría volver a pasear por esas tranquilas e inspiradores calles y es un destino turistico que recomiendo visitar.




Después de esta visita, nos dirigimos a Marsella, donde pasamos la primera noche. Poco puedo comentar de este lugar ya que, aparte de visitar el puerto y de comprar algunos de sus típicos jabones, no tuvimos mucha oportunidad de conocer los alrededores. Eso sí, los dueños de la casa en la que nos quedamos aquella noche, fueron tan amables y hospitalarios que todos estuvimos de acuerdo en que no nos habría importado quedarnos una temporada con ellos.

Cannes fue nuestra siguiente y última parada en Francia. Visité la emblemática “La Croisette”, el bulevar donde todos los años se celebra el festival de cine. Por supuesto, puse especial atención al Palacio de los Festivales y Congresos, donde pude ver las huellas de las manos de artistas de la talla de Cameron Díaz o Sylvester Stallone a lo largo del suelo que le rodea. Al lado, la playa, tan relajante y glamourosa, me dejó embobada durante largos minutos en los que dejé volar mi imaginación a los mejores recuerdos de verano y libertad, que es a lo que me evocaba aquella vista.




Con el final del segundo día de camino, dejamos atrás tierra francesa para por fin adentrarnos en nuestro verdadero destino: la romántica Italia.

viernes, 11 de noviembre de 2016

LA TOSCANA





Paz. La mayor parte de mis recuerdos en aquella casita de la Toscana en la que me hospedé durante una semana, son de pura paz. Las vistas verdaderamente increíbles. Un lugar de ensueño en el que cualquiera querría vivir. Tuve la gran suerte de encontrar una pequeña, escondida y acogedora casita en medio de este maravilloso lugar, y para colmo, con piscina incluída. El paraíso de los paraísos.
Por desgracia, poco tiempo tuve para admirar sus alrededores ya que la mayoría de las horas nos las pasamos en el coche de aquí para allá. Eso sí, nos dimos 2 días enteros solo para disfrutar del alojamiento, del sol y de la piscina. Pero, para mi mala suerte, uno de esos días llovió, lo que no nos impidió disfrutar de aquella piscina en un día de verano, aunque fuese lluvioso y frío, porque... joder! estábamos en la Toscana!, ¿qué podía significar un simple catarro en un viaje así?. NADA.


Volviendo al tema... me parece conveniente empezar por el sitio donde pase 7 de las 9 noches que necesité para el viaje de mi vida a Italia. Loro Ciuffenna es el nombre de este maravilloso pueblo. Era pequeño pero, como casi todo en Italia, con un encanto especial.



Nunca fue nuestra intención buscar un sitio idóneo en el que hospedarnos, de hecho solo necesitabamos un lugar con camas para dormir más o menos situado a mitad de camimo de las ciudades que queriamos visitar. A nuestra llegada nos dimos una brutal sorpresa al comprobar la espectacularidad del pueblo en el que por casualidad fuimos a parar.
Llegamos, casi sin querer, a uno de los pueblos más bonitos de Italia, y aunque no estaba previsto pasear por sus calles en el itinerario original, no nos pudimos resistir a tanto encanto.
El puente románinco es uno de esos sitios que personalmente podría obsevar durante horas. El rio Ciffenna pasa por debajo haciendo funcionar el espectacular molino hidráulico típico de la ciudad, el más antiguo de la región de la Toscana que permanece en funcionamiento.



Al llegar sin información previamente recogida, la documentación sobre Loro Ciuffenna fue a posteriori. Por ello, tiempo después, me enteré de que esta especie de aldea medieval, habitada por no más de 600 personas, es una de las paradas del Camino de los Siete Puntos, un itinerario cultural que recrea una ruta realizada por Leonardo da Vinci en su afán de estudiar el curso del rio ittaliano Arno.