El mismo día que visitamos Florencia también pasamos un par de horas en la cuna de Galileo Galilei: Pisa. No hacen falta muchas más para ver a conciencia el lugar, pues, después de la sesión típica de fotos con la torre inclinada de Pisa, no hay mucho más que ver. No obstante, yo no me arrepiento de haber pasado un rato allí pues esa plaza es bonita la mires desde el ángulo que la mires.
Nosotros llegamos por un lateral de la plaza, de modo que lo primero que vimos fue la torre inclinada en todo su esplendor. Emocionados, empezamos todos a tomar fotos, algunas con la típica postura en la que se "sujeta" la torre, al igual que los cientos de turistas que repetían la tradición a nuestro al rededor. Sin embargo, tanto ellos como nosotros nos topamos con un problema enorme y es que lo que parecía una plaga de insectos voladores nos empezó a morder por todas partes. Nos fuimos apartando hasta llegar casi a lo arcos de entrada de la piazza donde por fin dejamos atrás esos horrorosos bichos y pudimos andar con tranquilidad, aunque ya nos habíamos llevado varias picaduras de recuerdo. Dimos la vuelta a todo el lugar y por suerte esos animales no volvieron a aparecer. A pesar de que desde el que probablemente era el mejor ángulo no se pudimos tomar fotos, sacamos otras muchas desde sitios más tranquilos que también quedaron muy bien.
La famosa torre inclinada, a pesar de que hay gente que cree que se construyó así, se ha ido ladeando a lo largo de los años debido al terreno de la ciudad. De hecho, no es la única construcción inclinada por los al rededores, hay otras como el campanario de San Nicola o el Palacio de Toscanini, que también se han ido descompensando por la naturaleza pantanosa del suelo de Pisa.
Aparte de la más que reconocida torre, se encuentran en la misma Piazza de Miracoli el Baptisterio y el Duomo. Las tres edificaciones, en conjunto, hacen una mezcla digna de admirar de lo que llaman el estilo románico pisano, y hay que decir que, sea de donde sea que saques una foto, lo más probable es que sea asombrosa.
Fuera de la piazza nos topamos con lo que parecía ser un mercadillo en el que nos entretuvimos un buen rato porque había muchas cosas con las que curiosear. Allí fue donde compramos todos nuestros recuerdos de Pisa que no fueron pocos porque eran muchos los recuerdos bonitos entre los que elegir. Hace un par de años, visité el mismo lugar con mis padres y también los mismos puestos de souvenirs, desde entonces, la torre de Pisa en miniatura tan mona que compramos no puede faltar en nuestro salón como uno de los recuerdos estrella.
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